Este fin de semana hemos tenido la gran suerte de poder disfrutar del regalazo de bodas de unos amigos a Les Cols Pavellons. Un ‘hotel’ singular de 5 pabellones completamente de cristal en medio de la naturaleza. El único mobiliario: la cama. No, no, ni televisor, ni radio, ni mesitas de noche, ni grifo en el lavamanos…
No es que sea una cabaña en la que tengas que ir tú mismo a buscar el agua a un pozo, ni nada por el estilo. Es un nuevo concepto en el que lo más importante de la habitación es la naturaleza y el paisaje. Al final ya no sabes qué está dentro y qué fuera.
Los pabellones de Les Cols
Con un diseño de RCR Arquitectes, galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura, los pabellones son de estructura de cristal y metal. La habitación-cubo tenía en la zona central la cama, y en el baño una fantástica ducha de piedrecitas y una balsa preciosa en la que bañarse a 37 grados como si estuvieras en medio del bosque. El lavamanos no tenía grifo, pero cuando te acercabas se llenaba de agua en la que poder lavarte sin problemas.
Un lugar genial para fusionarse con la naturaleza, desconectar de todo y disfrutar de la pareja.
Porque al final, no nos hace falta tanto ¿verdad?
Besalú, Olot y los volcanes
Cuando llegamos el sábado por la mañana el equipo de Les Cols nos esperaba con una mochila picnic (luego nos la regalaron), que contenía una botella de cava, un panecillo artesanal, escalibada, brandada de balcalo, alcachofas con queso y brownie con frutas del bosque. Una manta, mantelitos, platos y copas. Un picnic de lujo, y que hemos pensado en repetir. Lo de hacer picnic digo, porque creo que nuestro menú será bastante más sencillito.
Contentos con nuestro fantástico picnic nos fuimos a visitar el pueblo medieval Besalú, que teníamos muchas ganas de conocer y que nos encantó.
Tenéis que recorrer sus calles adoquinadas, visitar la Iglesia del monasterio de Sant Pere y Sant Julià, los baños judíos (¡ojo! sólo se hacen visitas guiadas), la Iglesia de Sant Vicenç, la plaza mayor y cruzar el puente sobre el río Fluvià, que tiene unas vistas geniales. Bajando las escaleras por los baños judíos llegáis al río donde hay una zona de picnic genial. Allí plantamos todos nuestros bártulos.
Por la tarde fuimos a pasear por el centro de Olot, que celebraba una feria de embutidos (la comida nos persigue) y nos dirigimos a la zona de los volcanes. Subimos al volcán Santa Margarida, media hora subir y media bajar. Valió la pena ya que dejó de llover y estábamos completamente solos en un paraje en el que parecía que se había detenido el tiempo. Si no sois mega-excursionistas este paseo se puede hacer tranquilamente. El cráter tiene una ermita muy bonita en el centro. En la zona también hay otros volcanes a los que se puede subir como el Cruscà o podéis hacer excursiones muy chulas por los bosques de La Fageda d’en Jordà o la Vall d’en Bas.
Después del trote fuimos a disfrutar de un baño en el hotel y prepararnos para la gran cena degustación que nos esperaba en el Restaurante Les Cols, galardonado con dos estrellas Michelin y liderado por la chef Fina Puigdevall. ¡Muy pronto os lo contamos todo!
Por último, el domingo nos despertamos a las 5am gracias al canto del gallo alfa del corral… Muy majo… Nos dimos un último bañito y desayunamos en la habitación (en el suelo, ya que no hay mesas ni nada). Con unas bandejas monísimas llenas de mieles y mermeladas de lo más originales (zanahoria y naranja, manzana y berenjena o cabello de ángel), yogur de La Fageda, cafés, zumo de naranja, pan de coca con tomate y embutidos de la zona (lo que nos sobró nos lo pusieron todo en la mochila de picnic junto a lo que llaman el pack ‘para hacer camino’ con pan, fruta, ensaladas y una botella de vino).
Un fin de semana de aquellos perfectos, en los que parece que los segundos se detienen. Para disfrutar de los paisajes, la gastronomía de la zona, los largos paseos, y sobretodo de la pareja.
¿Dónde se detiene el tiempo para vosotras?